ESCRIBE DANIEL OTERO| Te cuento que la arqueología sigue dando que hablar por estos tiempos. Un equipo de arqueólogos de la U.N.C. encontro en un sitio de Mendoza, restos óseos de un niño que tiene 5760 años de antigüedad.
Este chico al momento de morir, tendría entre 3 y 5 años. Esto sucedió donde actualmente es la localidad de Las Cuevas, a 3200 metros sobre el nivel del mar, justo al lado de una roca. Todo se dio en el marco de una investigación llevada a cabo por Víctor Durán y Alejandra Gasco en 2015.
Vamos a decir que todo el grupo de investigadores forma parte del Laboratorio de Paleoecología Humana (LPEH) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UNCUYO y del International Center of Earth Sciences (ICES, Centro Internacional de Ciencias de la Tierra) también de la Universidad. Cable aclarar que en su gran mayoría, el grupo está conformado por arqueólogos.
Dicen las noticias que las excavaciones tuvieron que detenerse a un metro de profundidad de la superficie cuando los arqueólogos detectaron huesos de humano en pleno trabajo de campo. A partir de ahi los restos tuvieron que trasladarse al Museo Cornelio Moyano, donde permanecen hasta el momento. Mientras que también se seleccionaron unos pocos huesos para ser enviados a Estados Unidos, donde determinaron –mediante un estudio de dataje radiocarbónico de AMS (Accelerators Mass Spectrometry, espectometría de masas con aceleradores)–, la edad y antigüedad de los vestigios encontrados. Asi lo asegura una nota de Ciencia del portal de la UNCuyo.
Se buscan hipótesis porqué el niño pudo haber sido enterrado en ese lugar. Es que entre 10 mil y dos mil años atrás, los pueblos nómadas se trasladaban de un lado a lugares cálidos en busca de alimentos y protección.
Aún así, las teorías dicen que el pequeño viajó junto a su familia para aprovechar el verano para cazar, alimentar a sus animales y recolectar alimentos para el invierno. Pero lo sorprendio la muerte en uno de esos días estivales y fue enterrado justo al lado de una gran roca, donde estos grupos se refugiaban de las inclemencias del tiempo.
Justamente la intención de la familia era dejar el cuerpo en un sitio donde pudieran visitarlo cada verano.
El arqueólogo Víctor Durán, la edad del “Niño de Las Cuevas” les indicó que los grupos de la época se movían en familias y no eran sólo los varones cazadores los que realizaban la travesía hasta los valles andinos para obtener alimentos.
Durán nos dice que es indudable que eligieron ese lugar para enterrarlo porque era un sitio que visitaban con determinada frecuencia, lo consideraban una especie de territorio propio.
FOTOS: GENTILEZA UNIVERSIDAD DE CUYO|CLARIN HD
“Quizás la idea de dejarlo aquí no les generó tanta pena porque ellos sabían que al año siguiente probablemente iba a estar en el mismo sitio”, dijo el especialista.
Otra de las conjeturas es que los que hacían la “veraneada” en la Villa Las Cuevas procedían particularmente del lado Oeste de la Cordillera, es decir de lo que actualmente es la República de Chile.
Para Alejandra Gasco estas sociedades no veían a las grandes montañas como las planteamos nosotros hoy en día. En aquellos tiempos, la Cordillera no era una frontera ni una división, no delimitaba, sino que era una zona donde se vivía gran parte del año y sus habitantes se movían a distintos lugares para aprovechar todos los recursos que daban los lugares.
Fuente: Diario Los Andes.
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