(escribe daniel otero) . Con la muerte de José Angel, se va un luchador formidable de la cultura que tuvo Santa fe.
La muerte de José Roberto Angel, significa algo más que una pérdida para la ciudad. Significa la pérdida de una persona que estuvo muchos años vinculado a la actividad cultural desde cualquier plano, funcionarial o desde una peña o reunión con amigos.
Gran sensibilidad, una profunda humanidad, sentido común. Era un tipo que si te tenía que hacer esperar, te ofrecía un mate. Si tenías un expediente dentro en trámite, se ocupaba de buscarlo y ofrecerte la mejor solución. Peleaba a la par de los artistas por sus derechos y necesidades.
Muchas de las cosas que mejoró la Sub-Secretaría de Cultura de la Provincia en los años 90 no fueron logros de LLopis, ni de Florencia Lo Celso, ni de Raúl Bertone. Fueron obra silenciosa de José Roberto Angel.
Conocía el temperamento y la mente del artista. Reelaboraba cada respuesta meticulosamente al momento de responder. Se preocupó por mantener un vínculo con localidades alejadas de la provincia cuando no existía la Internet ni las redes sociales, cuando recién aparecían los mensajes de texto o ni siquiera estaban establecidas las pautas del comportamiento social actual.
La figura de José Roberto Angel merece no solo un acto. Merece que un sector de nuestra ciudad, una plaza, un parque, un pasaje, se llame con su nombre. No porque haya sido un hombre consecuente con sus ideas y postura dogmática –filosófica, sino por que se va un hombre que supo comprender el ser humano en su máxima expresión desde los límites de una humildad insoslayable que le era intrínseca a su capacidad como ser humano.
José Roberto Angel perdurará en la memoria de todos los que lo apreciamos –con diferencias o no- y marcará los senderos de ética de quienes se aventuren por los pasos del poder y la gestión pública. Y seguirá en la memoria y gratitud de los hacedores de la cultura que le debemos algún favor, respeto, u atención de su parte.
Un grande. Así de simple.
Luz de Ciudad 